*Escrito ayer por la noche, antes de que se cortara la señal de Internet.
Esta noche el viento no le da tregua al paraje de Konya que llamaron Bosnia Herzegovina, Bosna Hersek en turco. La temperatura afuera es de -2 Cº, pero la sensación térmica es de -5 Cº. Los pasillos de la residencia están impregnados de una calma inequivocamente contaminada de vacío. Los exámenes finales del primer semestre, de todas las facultades, han acabado hoy viernes y cuando se sale o se entra en la residencia parece imposible no toparse con estudiantes que llevan maletas enormes y que sonríen cuando les desean un buen viaje. Mis compañeros de habitación no han sido la excepción. Burhan partió ayer rumbo a Kayseri. Cemil lo hizo esta misma tarde rumbo a Antalya. Yusuf lo hará mañana por la mañana rumbo a Afyonkarahisar. Furkan uno de nuestros vecinos, ya está rumbo a Ordu, en el Mar Negro, aunque tendrá que pasar por Bursa antes(¡?). Ilhan se irá el domingo a Eskişehir.Taha se irá a Ankara en un par de días. Supongo que Mehr Ali también partirá rumbo Çorum. Furgan debe estar alistando su maleta para emprender el viaje a Kastamonu. Seguramente Selman ya está en Kırşehir.
Yo estoy mirando el mapa de Turquía. Trato de decidir que rumbo tomar. Me distraigo pensando que Palma está a 2,581 kilómetros de aquí, Tegucigalpa a 11,477, Nueva Orleans a 10,393, Samarcanda a 1,849. Me llama la atención comprobar que alrededor de Konya, las poblaciones parecen diluirse. El polígono que se distingue claramente entre Eskişehir, Ankara, Niğde y Karamán, deja a Konya al borde de un enorme y polvoriento signo de interrogación. Quiero pensar que las constelaciones de ciudades que se dibujan a este y a oeste de esta hermética señal me desvelarán los caminos que he de elegir.