jueves, 23 de febrero de 2012

26.Seis horas de marshrutka


Avenida Rustaveli bajo la nevada
Tiflis, Georgia
Febrero 2012





















Al volante de la marshrutka que me llevó de Batumi a Tiflis iba un grandulón que hablaba fuerte, conducía rápido y que le echaba miradas endemoniadas a cuantos rebasaba en la carretera. ¡Ay de quien le rebasara a él! Su novia, melena negra, móvil en mano, iba sentada a su lado y mascaba un chicle eterno. Dentro de aquel minibús forrado de terciopelo color azul cielo, velaban sobre nuestras cabezas tres estampas religiosas laminadas: la Virgen María, Jesús y San Jorge. 

Más allá del cristal iban tomando forma casas georgianas de dos plantas, sostenidas por pilares, con porches delanteros y jardines que deben ser el deleite de sus dueñ@s en las noches de verano. Valles barridos por el viento, montañas blancas, bosques entre los cuales se escurrían ríos de aguas cristalinas.

Cruzamos un par de ciudades con estaciones de policía modernas, de paredes de vidrio. Nos detuvimos muchas veces a recoger pasajeros por el camino. A veces el grandulón se negaba a llevarlos. En la mayoría de las ocasiones decía que si, pero haciendo manifiesta su mala gana.


 Una de las calles aledañas a la Avenida Rustaveli, Tiflis, Georgia, Febrero 2012






















Una autopista más amplia y gasolineras de arquitectura caprichosa y monolítica nos anunciaron la proximidad de Tiflis. Entramos por una calle larguísima y bien iluminada al principio de la cual se bajó la mayoría de los pasajeros. Yo me quedé hasta el final.

Agradecí el contacto con el suelo que, después de seis horas de marshrutka, el peso de la mochila sobre mis hombros contribuyó a afianzar. Caminé por aquella larga avenida de nombre desconocido. El aire que respiraba era muchísimo más frío que el de Batumi. A falta de mapa de la ciudad, di un par de vueltas, hice un par de preguntas y tomé el metro en la estación de Nadzaladevi, rumbo a la estación de la avenida Rustaveli. Allí uno de los guardias me dirigió hacia la zona donde podría encontrar un hostal.

La avenida Rustaveli estaba tomada por las nieves que arreciaban sobre la ciudad. El espectáculo era digno de ser visto. No recuerdo a más gente sobre las aceras, sólo el gélido esplendor de la avenida al llegar a Tavisuplebis Moedani, Plaza de la Libertad, y contemplar sobre una enorme columna, en el centro de la rotonda, la figura dorada de un jinete dando muerte a un dragón, con una lanza.


Plaza de la Libertad, Avenida Rustaveli,
Tiflis, Georgia Febrero 2012

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