miércoles, 29 de febrero de 2012

30.Karadeniz

Vista del centro de Rize, a orillas del Mar Negro, Turquía
Febrero 2012























A lo que en castellano llamamos Mar Mediterráneo, en turco se le denomina Akdeniz, que quiere decir  Mar Blanco. A lo que denominamos  Mar Negro, en Turquía se le llama Karadeniz, que quiere decir exactamente lo mismo: Mar Negro. Me fuí de Tiflis pensando en ese mar, con la ilusión de irlo bordeando hasta agotar las vacaciones. Tenía la ruta ya más o menos trazada desde antes de la incursión en Georgia, denominada Gurcistan en la lengua turca.

Sabía que tenía que probar el té, las manzanas, las avellanas y el hamsi,- anchoas/boquerones - preparados a la manera típica de Karadeniz. También sabía que me estaba adentrando en el Lazistán, tierra de los laz, un pueblo del cáucaso emparentado con los georgianos étnica y lingüísticamente, mas convertido al Islam en tiempos del imperio otomano.


Para no perder la costumbre tuve que hacer un baklava y un çay en Dergah.
Hubiese querido hacer una foto del ritual, pero el postre "voló" y no me acordé
sino hasta que salí del local.
Rize, Febrero 2012
























Tomé un bus en la capital georgiana, que en su inverosímil ruta "Tiflis-Esmirna", de alrededor de 1,500 kilómetros, cruzó la frontera por el paso de Sarp y me dejó en Rize al cabo de siete horas y media de viaje. Me sentí contento de regresar a Turquía, donde después de cuatro meses y medio de estancia me desenvuelvo con relativa soltura en estaciones de autobuses, vestíbulos de hoteles y demás sitios que Marc Augé dió en llamar "no-lugares". 

Rize es famoso por su té. Aquí se cultiva buena parte del mejor çay que se produce en Turquía. La proximidad con el mar le otorga además a este rincón de la geografía turca, el privilegio de inviernos menos rigurosos. Recuerdo a un señor que me recibió en un local moderno y bien iluminado en una de las esquinas más centricas de la ciudad. Le pedí un durum y tuvo que hacerlo tres veces porque, según él, no le salía bien. Yo me hubiera comido el primero que había hecho sin ningún problema. ¡Pero ni se me cruzó por la mente discutir con aquel aplicadísimo üstad - maestro!


Interior de una casa otomana, Museo de Rize

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