Alguna vez, como una densa e invasiva niebla, ha venido a visitarme la idea de que ya he conocido a todas aquellas personas que estaban destinadas a jugar un rol decisivo en mi vida. Enmedio de ese vapor, vislumbro la posibilidad de que exista un día, una fecha, una hora exacta, en la que se cumpla el plazo para haberles encontrado, de una u otra manera. Vislumbro también la posibilidad de que dicho plazo pueda estar sujeto a innumerables postergaciones, y por qué no, también a incontables y accidentados adelantamientos. Cada cierto tiempo, la vida misma se empeña en disolver estos pensamientos al calor de las nuevas trayectorias que va proyectando sobre la cotidianidad.
Los personajes que poblarán algún día esa cotidianidad o breves lapsos de la misma, respiran al reverso de nuestra propia desesperanza. Nosotr@s también hemos de jugar un rol en vidas de las cuales incluso mañana no sabremos nada aun. Nuestros cuerpos, como los cuerpos celestes se aferrarán a sus costumbres. A veces es preferible no sospechar que a varios sueños de distancia se dirigen hacia nosotros, inevitablemente, como cometas o meteoritos, a todo galope, personajes que azotaran las órbitas de nuestros pensamientos más grises, destinados a contradecir o a disipar la niebla, a hacernos sonreír y echar por los suelos y romper en mil pedazos, estériles y soberbias elucubraciones de acuerdo a las cuales seríamos el último de los mohicanos.
Jorge querido, como me gusta leer tus pensamientos sobre las relaciones...La historia de Cemil me recuerda la influencia que la vida de otras personas tiene en la mía y tus reflexiones "oníricas" sobre los personajes que pueblan nuestra vida me lleva a sentir la responsabilidad del impacto que la mía puede tener en otras. Da un poco de vértigo, pero también le da mucho sentido al estar aquí. Besos...Enci
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