Cemil en primer plano junto a algun@s de nuestr@s compañer@s el día de la Fiesta de la Primavera, Selçuk Üniversitesi, Konya Turquía 2012 |
A cientos de metros de distancia, por el camino que lleva a la residencia y bajo un sol inclemente, puedo reconocer la figura de Cemil. Algo en su forma de andar anuncia su nobleza, la elegancia de su proceder, la dignidad con la que encara lo que el destino le ponga enfrente. Caminando juntos por esa misma senda durante el nevado invierno recuerdo haberme preguntado alguna vez:'¿De dónde salió este tipo?'
Cemil vino del este, de la ciudad de Van. Acerca de la cual giró nuestra primera conversación en el aula 303 de la facultad de Lengua y Literatura. No habían pasado dos semanas desde aquella plática cuando Van fue sacudida por un brutal terremoto. A los dos días tuve un sueño en el cual yo le daba un abrazo a Cemil. No le vi durante un par de semanas, que coincidieron con las festividades de la Fiesta del Cordero. La siguiente vez que le vi se dirigía a la mezquita del campus con un par de compañeros. Era viernes.
La familia de Cemil se mudó a Antalya después de la catástrofe sin razguño alguno. Por alguna razón se me hacía difícil coincidir con él en las clases para saber más acerca de como se encontraba. Mi sueño me seguía intrigando, pero pronto entendería su significado. A finales de la primera semana de diciembre anduve por Bosna en busca de una habitación. Un tiempo atrás había hablado con dos estudiantes acerca de un dormitorio que un compañero mencionó en clase por casualidad. Uno de esos estudiantes había sido Cemil.
Mi llegada a Yeşilkaya, "la piedra verde", tuvo toques de comicidad, de confusión, de frustración, por mi precariedad de expresión en turco. Me llevaron a la cafetería desde donde por los altavoces hicieron un llamado que no entendí, pero a los pocos minutos estaba allí Cemil. Nunca podré agradecerle todo lo que ha hecho por mí desde entonces. El se encargó de que me recibieran en la residencia, de que me dieran un descuento por ser estudiante erasmus.(El mismo lo había sido el año anterior en Polonia.) También se las arregló para que me quedase en la misma habitación que él compartía con Yusuf y Burhan.
En los sueños a veces se ven las cosas al revés, como en los espejos, como en los estanques, como en nuestras propias retinas. Aquel abrazo que yo me vi dándole a Cemil en un sueño, me lo dió en realidad él a mí cuando me abrió las puertas de esta residencia. Desde entonces no ha habido día en que no haya pensado en lo afortunado que soy de conocerle. En esta habitación, la 313, hemos compartido todas las cosas que habitan nuestros respectivos universos. Los horizontes del de Cemil se expanden a la velocidad de la luz, los del mío lo hacen gracias a él.
*La "c" en turco se pronuncia como la "y" en castellano. Por lo que Cemil se pronuncia "Yemil".
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