domingo, 3 de junio de 2012

67.Insomnio

Desconozco las verdaderas razones que me impiden conciliar el sueño. Son las 3:33 AM. Los aullidos del viento y la luz de la luna, hechizan la sombra de los árboles y atizan el misterioso encanto de la noche. Las respiraciones de mis compañeros de habitación me indican que ellos  navegan placidamente, mucho más allá de la cortina de la somnolencia. Agazapado en mi litera, escribo estas líneas como desde un mástil, el de la vigilia. Al salir de la habitación hace unos instantes, percibí un curioso ruído proveniente del otro extremo del pasillo. Pensé en la posibilidad de que proviniese de la lavandería que se encuentra en ese lado del edificio, pero en el tercer piso. Aunque para que eso hubiese sido el caso tendría que haber habido un motín de maquinas lavadoras de ropa en aquel extremo de la residencia. Descalzo, avancé despacio hasta el lugar donde se alzan los escalones que conducen al nivel superior. Pero el ruído ahora más intenso y cada vez más similar a la respiración de...algo, provenía en realidad de más allá, del fondo del corredor, donde distinguí que estaba abierta la puerta de cristal del cuarto de plancha. Cualquier cosa que estuviese produciendo aquel pertubador ruído estaba allí...Al acercarme no vi más que la silueta de la mesa estrecha y alargada de patas metálicas, coronada por otra forma que, de no serme tan familiar, podría haber atribuído a parte de las reliquias para la celebración de un culto extraterrestre. Esa forma marciana a veces terrible que tienen las planchas apuntaba hacia arriba. Hacia allí dirigí mi mirada, y dí con el origen de aquel ruído inhumano. Un respiradero, de esos de metal, enormes y de aspecto industrial escupía o se tragaba los aullidos del viento de esta noche. No pude hacer más que cerrar la puerta para acallar aquella respiración que no parecía importunar a nadie más que a mí. Subí al tercer piso. Desde las sombras, a través de las ventanas de la enorme sala que nos sirve de auditorio a veces y de sala de proyecciones en otras ocasiones, pude ver como, a lo lejos, los resplandores de una tormenta eléctrica se encaminaban hacia el norte. Quizás para ir a azotar con sus rayos a Ankara, a Çorum, a Kastamonu o a Amasya. Quizás para ir a robarle el sueño a alguien más en esta noche de junio, en la que el verano parece tan distante, a pesar de la velocidad a la que los calendarios van mudando sus hojas, una a una.

No hay comentarios:

Publicar un comentario